La Delincuencia se subió al Metro de Caracas.
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El Nacional.- El Metro de Caracas fue un modelo mundial de subterráneo. Aunque la delincuencia que afecta a toda la ciudad tardó más tiempo en reflejarse en sus instalaciones, poco a poco los casos dejaron de ser extraordinarios para convertirse en un fenómeno cotidiano.
La razón, según el especialista en seguridad ciudadana Marcos Tarre Briceño, “es la carencia de un sistema integrado de vigilancia. La estructura de seguridad que existió y funcionó muy bien en una época, se desmanteló”, afirmó Tarre. “El Metro tenía su propia gente de seguridad pero se apoyaban con efectivos de la PM a los cuales seleccionaban, entrenaban y les pagaban una bonificación adicional”.
La razón, según el especialista en seguridad ciudadana Marcos Tarre Briceño, “es la carencia de un sistema integrado de vigilancia. La estructura de seguridad que existió y funcionó muy bien en una época, se desmanteló”, afirmó Tarre. “El Metro tenía su propia gente de seguridad pero se apoyaban con efectivos de la PM a los cuales seleccionaban, entrenaban y les pagaban una bonificación adicional”.
Modus Operandi
La navaja carterista: El delincuente se coloca detrás de la víctima en una escalera mecánica o en las puertas del tren poco antes de salir. Entonces, corta con una navaja el bolso o cartera de la persona y saca lo que pueda. Si ésta nota la situación, el autor del robo la amenaza con la navaja para que huya.
El carterista clásico: Marcos Tarre Briceño, experto en seguridad ciudadana, explica que por lo general, los carteristas operan en grupo en escaleras mecánicas y puertas del tren. “Son tres o cuatro personas que supuestamente no se conocen, entran por diferentes puertas o en diferentes momentos” explica el especialista.
Uno de ellos se coloca delante de la víctima al salir del tren y finge tropezarla para detenerla por breves segundos. Este tiempo es aprovechado por la persona que está detrás, quien saca lo que pueda de la cartera o bolso.
En las escaleras mecánicas, alguien finge tropezarse para detener el tránsito y crear confusión. Cuando las personas que vienen detrás se distraen tratando de ver qué sucede adelante, son robadas.
Tarre enfatiza que esta modalidad es muy frecuente porque “el Metro tiene una saturación de usuarios por vagón que no ayuda para nada al tema de seguridad”.
El abordaje violento: El maleante elige a una víctima en el andén o en las áreas comunes de la estación. Lo aborda con alguna frase violenta y, cuando ésta se detiene, el ladrón muestra el arma disimuladamente, exigiendo a la persona que finja tener una conversación normal. Le indica lo que quiere llevarse y le dice que hay otras personas vigilándolo, para que no denuncie la situación.
Carmen Chacón, usuaria del sistema, explicó que su sobrino fue abordado “con el cuento de que era muy parecido a un sujeto que presuntamente había cometido homicidio del familiar de estos sujetos”. De esta manera, lograron robarle su celular.
Igualmente, una madre que pidió permanecer en anonimato narró el robo que sufrieron su hijo y dos amigos en la estación Ciudad Universitaria. Los individuos los abordaron iniciando una conversación y mostraron armas de fuego mientras los intimidaban con sus antecedentes. Luego de asaltados, los obligaron a abordar un tren.
El empujón: Este procedimiento es realizado en dúo. Un delincuente se coloca detrás de la víctima en las escaleras; el otro, al pie de la misma. El primero empuja a la persona y el segundo la espera al final de la escalera para quitarle sus pertenencias mientras ésta aún está impactada por la caída.
El asalto colectivo: Tarre Briceño explica que, aparte de esos incidentes, “también se han visto cosas más graves como atracos a mano armada en algunos vagones”, y este tipo de incidente se produce principalmente dentro de los vagones.
Tres individuos abordan el tren y se distribuyen a lo largo del vagón. Cuando se cierran las puertas, sacan armas de fuego. Dos de ellos vigilan a las personas mientras uno pasa por todos los puestos recolectando el botín.
Antes de huir, los maleantes amenazan a los pasajeros, indicándoles que no deben desembarcar en la siguiente estación, para evitar ser denunciados.
¿Cómo actuar?
Tarre Briceño recomienda asumir una actitud preventiva. Entre los modos de evitar un robo se encuentran “no exhibir celulares en el metro, no llevar dinero, ir con el perfil mas bajo posible”.
José Manrique, experto en procuración de justicia de Ciudad de México, también recomienda colocar bolsos y carteras en la parte delantera del cuerpo, no llevar billeteras en el bolsillo trasero del pantalón, no guardar todo el dinero en un solo lugar y no ubicar cosas de valor en bolsillos exteriores de bolsos o carteras.
Igualmente, Tarre instruye que “si ve que hay alguien sospechoso, que tiene una actitud rara, debe bajarse en la primera estación que venga”. Incluso recomienda que “cuando alguien se acerca a preguntar algo”, debe evitar el contacto. “Lamentablemente tenemos que dejar la cortesía de lado” para procurar la seguridad.
Si es víctima de un robo, “el grito siempre es una herramienta bien útil con la que podemos contar”, siempre y cuando no haya armas de fuego en el acto.
El uso de instrumentos de defensa personal “depende de cual sea la amenaza. Si hay armas de fuego involucradas, ninguna de estas cosas es efectiva”, explica el experto.
Explica que “los descargadores de electricidad implican que haya contacto directo entre victima y victimario”, por lo que su uso implica un riesgo. “Los descargadores de electricidad en muchos países del mundo están prohibidos, pero aquí se venden libremente”.
Por otra parte, “el espray de gas, si no hay armas de fuego, es una opción, pero “dentro de un vagón no se pueden utilizar porque perjudican a los pasajeros” y al propio usuario.
Finalmente, Tarre aseguró que las reacciones ante un robo “son decisiones que hay que evaluar y tomar en el momento”. Enfatizó que “si se están exhibiendo armas de fuego no hay nada que inventar, hay que obedecer las instrucciones”.