lunes, 21 de enero de 2013

Los robots voladores se abren un hueco en las empresas de seguridad privadas



  • Una empresa japonesa ha realizado una demostración de un sistema autónomo de seguridad con un cuadricóptero.
  • Es capaz de tomar imágenes, seguir a los intrusos e identificar caras y matrículas.
  • Su idea es alquilarlos con opción a compra por unos 50 euros al mes a partir de 2014.

Hay juguetes que son más que juguetes, y los cuadricópteros que hace tiempo se utilizan en el rodaje de películas y en situaciones militares tanto para defensa como ataque están ampliando sus horizontes. Ahora es una empresa japonesa la que propone equiparlos con algunos complementos y utilizarlos como sistema de seguridad privada, capaz de «hacer la ronda» por viviendas y edificios, tomar fotos y seguir de cerca a los extraños que se acerquen.

El modelo presentado por Secom utiliza un conocido cuadricóptero de la marca alemana Ascending Technologies como base del sistema. Equipado con cuatro motores, giroscopios y sensores estabilizadores, es capaz de volar con cierta autonomía y mantenerse estable en las alturas, tanto en interior como en exterior.

La firma japonesa plantea alquilar estos drones bajo la fórmula del leasing, tal y como se alquilan hoy en día algunos vehículos o sistemas de alarmas. Al fin y al cabo, una parte importante del coste de estos aparatos es el mantenimiento y renovación. Su plan es llevar a cabo ese «alquiler con opción a compra» por unos 50 euros al mes a mediados de 2014.

Este drone incluye sistemas especiales de visión artificial para seguir a las personas mediante un sistema especial de reconocimiento de imágenes. También puede tomar fotos de caras y vehículos, reconocer matrículas y todo lo que habitualmente hace una cámara convencional: transmisión de imágenes en tiempo real, fotos a diversas resoluciones, etcétera.

De formato bastante manejable, su tamaño es de unos 60 x 60 x 30 cm y pesa algo más de kilo y medio. Funciona con baterías recargables y en uno de los esquemas mostrados de un «escenario» típico se adivina algo que bien podría ser una base de recarga, lo que aumentaría su autonomía: algunos robots acuden a enchufarse a sí mismos para recargarse cuando saben que sus baterías están a punto de descargarse completamente.

Debido a que este tipo de aparatos no son precisamente muy resistentes (están fabricados con materiales ultraligeros) su táctica de funcionamiento consiste en mantenerse a una «distancia prudencial» de los intrusos quizá para evitar que tanta tecnología punta pueda ser sorteada de una simple y certera pedrada.

El robot también va equipado con un sensor láser para evitar chocar con los objetos del lugar, gracias a lo cual puede moverse de un lado a otro sin estamparse contra los diversos obstáculos que haya en su camino.


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