Las contraseñas son
uno de los mayores caballos de batalla para nuestra sufrida memoria en los
tiempos que corren. Hace años sólo teníamos que recordar el pin de nuestra
tarjeta y, como mucho, la contraseña de nuestro correo electrónico. Ahora cada
servicio demanda su propia contraseña y no es raro que estemos inscritos en más
de una veintena larga de distintos servicios y aplicaciones.
Recientemente
se produjo una filtración de nada menos que 55.000 contraseñas de la red social
Twitter. En este post os ofrecemos una serie de consejos para que los
ciberdelincuentes lo tengan un poco más difícil a la hora de intentar averiguar
nuestras claves de acceso.
Números letras y caracteres
Es
una complicación, pero las contraseñas que sólo incluyen números o sólo letras
no son seguras. Combinad números y letras con algún caracter inopinado. A veces
basta con un guión bajo o una barra separando números y letras.
Fácil de recordar, pero no evidente
Olvidad
los números de vuestro cumpleaños, la fecha de vuestro aniversario de boda o
vuestro apellido al revés. Las opciones de contraseña más habituales son lo
primero que prueban y contrastan los programas de rastreo. Elegid un dato que
seáis capaces de recordar pero que no sea evidente a primera vista.
Nunca utilicéis la misma contraseña
No
es buena idea elegir siempre la misma contraseña para todos los servicios en
los que estáis inscritos. Lo ideal es tener varias con distintos niveles de
seguridad. No es igual de grave que os arrebaten Instagram que que obtengan
acceso a vuestra página de operaciones bancarias. Utilizad distintas contraseñas
y cambiadlas con una cierta frecuencia.
Sed sistemáticos pero no previsibles
La
mejor técnica para recordar una contraseña es que siga algún tipo de lógica
evidente sólo para vosotros. Una técnica bastante efectiva es abrir vuestro
libro favorito, elegir el primer sustantivo de una página cuyo número sea fácil
de recordar y utilizarlo con ese número separado de, por ejemplo, un guión bajo
(algo como Extenuación_152). La ventaja de este sistema es que es
sistematizable. La siguiente contraseña puede ser el primer sustantivo de la
página que abre el siguiente capítulo del libro. De este modo una contraseña
nunca tendrá una relación aparente con la otra a menos que desveléis vuestra
técnica. Quien dice libros dice cualquier otro refente que podáis consultar en
caso de necesidad y que sólo vosotros conozcáis. La ventaja de ser sistemático
es que, con el tiempo no os hará falta ni consultarlo para recordar vuestras
contraseñas. Si elegís el nombre de vuestra mascota, acompañadlo de un dato que
sea muy poco evidente, como el nombre de la tienda donde la adquiristeis o el
nombre del primer objeto que rompió a mordiscos. Ese tipo de cosas siempre se
recuerdan con facilidad pero no son lógicas para nadie más que vosotros.
No comunicar nunca las contraseñas
Parece
evidente, pero jamás hay que revelar nuestra contraseña a nadie. Muchos menos
enviarla por e-mail o por un medio electrónico. Si se da la circunstancia de
que tenemos que comunicar nuestra contraseña a, por ejemplo, un departamento
técnico en caso de avería, conviene cambiarla inmediatamente después de que el
problema se haya resuelto.
Ni muy larga ni muy corta
En
general se recomienda que una contraseña tenga entre 8 y 12 caracteres. Se
pueden poner más, pero hay que valorar siempre lo fácil que sea de recordar y
de teclear. No podemos pasarnos la vida tecleando interminables frases para
entrar en los servicios que utilizamos habitualmente.
Precaución en lugares públicos
En
ocasiones tendréis que introducir vuestra contraseña en ordenadores que no os
pertenecen. El ejemplo más peligroso es el de consultar vuestro correo en el PC
de un cibercafé o centro de negocios de un hotel. En estos casos aseguraos
siempre de que el navegador no tiene activada la opción de recordar contraseñas
e indicar que no quereis recordarla en caso de que os pregunte. Si tenéis
dudas, borrad todos los datos de navegación después de usar el servicio.
Reiniciar el sistema
Si
os roban alguno de vuestros gadgets o habéis sido víctima de una intrusión en
algún servicio online, no cambiéis sólo la contraseña del servicio afectado.
Cambiadlas todas de nuevo. Es una labor tediosa, pero es la única manera de
evitar futuros quebraderos de cabeza.
Ojo con algunos servicios
Antes
de que decidáis vuestra contraseña o contraseñas, tened en cuenta que en algún
momento os topareis con un servicio que no os permita introducir cierto número
de carácteres o letras concretas. De nada vale que os busqueis una contraseña
(siguiendo el ejemplo anterior de la mascota) como Rufo_Teléfono_216 si en una
web concreta sólo os cabe Rufo_Telef. Para estos casos es mejor que decidáis
una variante corta fácil de recordar para no volveros locos. En este caso una
variante lógica podría ser Rufotel216.
Caracteres locales
Ojo
con los caracteres que elegís para vuestra contraseña. En general no es bueno
que utilicéis caracteres locales como la ñ o vocales acentuadas. La razón no es
otra que esta elección os puede dar problemas si un día teneis que introducir
la clave en un teclado en inglés en el que no siempre es fácil encontrar
caracteres de otro idioma. Las mayúsculas y minúsculas on bienvenidas siempre y
cuando tengan alguna lógica